La ciudad de Castelo Branco, conocida como «Capital de la Beira Baixa», contiene en sí un riquísimo patrimonio que se remonta hasta la Edad Media. Encontramos piezas de la historia de Portugal en cada lugar: la belleza natural y el encanto rural de la ciudad la convierten en un verdadero museo al aire libre.

En la gastronomía regional, desde siempre apreciada por su riqueza y diversidad, se destacan desde luego los quesos, pero la calidad de los embutidos, de el jamón y la miel y más recientemente, de algunos vinos producidos en la región no deja a nadie indiferente.Por otro lado, el aceite asume «enorme importancia en los hábitos alimentares de la ciudad, pues es utilizado en entradas o en el condimiento de ensaladas, en la confección de variados platos y aún en postres». Paralelamente a la gastronomía, la ciudad apuesta también en el refuerzo de la historia, legado y patrimonio de la ciudad.

En la artesanía es internacionalmente conocida por el famoso bordado de Castelo Branco, ex líbris de la ciudad y símbolo mayor de su identidad colectiva. Las tradicionales colchas son en lino bordado con hilo de seda natural con motivos predominantes de inspiración naturalista, como las flores, el águila bicéfala, el árbol de la vida, el corazón y las figuras humanas relacionadas con los sentidos. Herencia de los bordados orientales, también incorporan influencias del bordado erudito europeo y otras influencias de fondo popular. Hoy en día, también puede comprar cuadros y tableros con este bordado.

La creación de el Festival Literario, evento tal vez como resultado de la herencia judía, es diferente por ser el primer de su clase en esta región, y también para tener distinguidos autores respetados, como fue el caso del escritor angoleño Mia Couto y el poeta portugués Manuel Alegre.